Ruta San Gregorio-Cataratas-San Gregorio, o el día que JuancaPedidos llegó el tercero a la meta. (Javipenultimo)

Pasadas las ocho de la mañana varios Perdíos se habían congregado en la Plazoleta del Cuervo para iniciar una nueva salida. Entre ellos destacaba uno que iba de negro. Era el cámara, con una sonrisa de oreja a oreja que todavía le duraba por su reciente paternidad; un promontorio encima del casco –la cámara- y unos pantalones poco ajustados, más bien diría calzones, de esos que se ven en las revistan de mountain bike....Hacía un frío de cojones e, incluso, de temperatura. Y un tío dando la tabarra lanzando cohetes que anunciaban que por ahí había fiesta. Tres platos de migas sobre la mesa, dos vacíos y al otro le quedaban cuatro dientes de ajo y el esqueleto de una sardina. Pasados unos minutos y como no había migas para todos, decidimos ir a la Tostaita para que desayunaran los que no lo habían hecho e, incluso, o que repitieran los que no habían tenido bastante. ¿Cómo se puede llamar tostaita a una rebanada de cuarenta centímetros de larga?....Desayuno no apto para funcionarios, porque de los veinte minutos que disponemos de descanso, diecinueve los emplearíamos en extender la cachuela sobre los 400 centímetros cuadrados de pan y uno para comer.

En torno a las ¡nueve y media! nos dirigimos hacia el Obradoiro para rescatar a algún posible despistado o rezagado. Ya en la cochera de Mario vemos que se acerca una comitiva: músicos, procesión y por delante de ellos “el tío de los cohetes” –“sssssssssssssssssssssss…. pumb”. Y digo yo, ¿porqué no los lanza todos de una vez?.... Por los pelos, apareció Luis y completamos el grupo: Jose, acompañado de su cuañao Ángel, Mario, Piolo, el trío Javi Tiko-Juanca-Barna, Ismael, NaturRaul y el que suscribe.

Ese día algunos lo teníamos muy claro: no íbamos a pinchar, ni por la mañana, ni por la noche. La ruta había sido acordada de antemano: San Gregorio-Cataratas-San Gregorio. Precisamente, con la escusa de evitar pinchazos –alguno decía que en el olivar había abreojos- no subimos el puertecillo del ocho. Y, puestos a evitar, incluso dejamos de lado la subida de los eucaliptos bordeando el cerro. Total que al final, etapa bastante llana.

Poco antes de llegar a la zona de Cataratas, Jose se dio la vuelta por compromisos sociales. Esta vez no nos paramos a hacer fotos en el río. Con tanto desayuno habíamos pasado más tiempo sentado en una silla que en el sillín de la bici. Con ritmo más animado y con viento casi trasero, giramos hacia el oeste, dirección Manchita para acercarnos a la zona del Canal.

Para completar el escaso desayuno –migas y después tostadas- decidimos parar un momento antes de aproximarnos definitivamente al Canal. Cómo estaría el depósito de calorías que ni se me ocurrió sacar el bocata de salami. Mario sí hizo el esfuerzo de zamparse una caña de chocolate.

Era relativamente temprano y no había prisa ninguna. El que pretendía poner un poco de ritmo era inmediatamente reprimido por los demás. Pero, llegados a la pista del Canal, nos convertimos en pelotón de ruta hasta llegar al badén de Ortigas. En fila de uno y en perfecto orden fuimos dando relevos continuos de modo que parecíamos una cadena. Con el viento a la espalda y sin superar los treinta kilómetros por hora, llegamos cómodamente hasta el puente. De repente Piolo, acompañado tímidamente por Barna, se puso a cantar:

-Piolo y Barna: "Uhhh, ...él vive en la piña debajo del mar".

-Todos: "Bob Esponja"

-Piolo y Barna: "Absorbe de todo y puede explotar"

-Todos: Bob Esponja.

- Piolo y Barna: El mejor amigo que puedes tener.

-Todos: Bob Esponja, Bob Esponja.... Bob Esponja ya llegóoooo.

Mario estaba a sus anchas. Faltaban los otros rodadores -Lospi y Jose-, tampoco estaba Avería, que habitualmente rompe las hostilidades saltando del grupo con antelación. Total que entre todos le estábamos preparando el esprint. Todos agrupados y despacito, esperando a que Mario saltara cuando le apeteciera, a pesar de la falta de fuerzas por su escaso desayuno. Es como si el torero se pone a puerta gayola y sale una vaca por la puerta de toriles. De lo que ocurrió los últimos metros poco puedo contar. Con esto de que siempre llego el Penúltimo, me pierdo las mejores. Lo que sí tengo claro es que Mario llegó el primero y Janca !el tercero!. Y lo se porque no paró de decirlo una y otra vez. He llegado el tercero, he llegado el tercero. Pon otra ronda, he llegado el tercero. Unos pinchitos...he llegado el tercero.

54 kilómetros y después cuatro cervezas, un pinchito y ningún pinchazo y dos bolsas de patatas fritas en San Gregorio.