Conocer los diferentes
tipos de fibras musculares existentes, y su reclutamiento y sincronización nos permitirá entender mejor el trabajo con cargas.
Muchas
veces leemos en artículos relacionados con la fisiología del deporte
ciertos términos que no se le dan mucha importancia, pero que son
conceptos básicos para entender como trabaja el sistema muscular
principalmente, tanto en el entrenamiento aeróbico como en el
anaeróbico.
Fibras de tipo I
Son las fibras de
contracción lenta. De mayor
resistencia
a la fatiga, diámetro pequeño (menor tamaño que las fibras de tipo II)
y contienen gran cantidad de mioglobina, que es la que le confiere el
color rojo que les caracteriza. Contienen gran cantidad de
mitocondrias,
que son las centrales energéticas celulares donde ocurren las
reacciones del metabolismo aeróbico. Por ello presentan una elevada
actividad oxidativa.
Fibras tipo II
Son fibras de
contracción rápida y su desarrollo de fuerza es 3-5 veces mayor que las fibras de contracción lenta. Son de
color blanco, y de mayor tamaño que las fibras
tipo I. Emplean la glucosa de la sangre y el glucógeno de los músculos (metabolismo glucolítico), por lo que se
reclutan sobre todo para
actividades
anaeróbicas (levantar pesas, un salto, o un lanzamiento de jabalina).
Las fibras de contracción rápida se dividen en fibras IIa y fibras IIb.
Las
fibras IIa son de mayor tamaño (diámetro)
que las fibras tipo I, pero menores que las de tipo IIb y presentan
también una alta cantidad de mitocondrias, lo que les permite producir
también energía a partir del sistema oxidativo (además del sistema
glucolítico propio de las fibras tipo II). Se reclutan después de las
fibras tipo I en movimientos rápidos, repetitivos y de poca intensidad.
Las
fibras IIb son las fibras de mayor tamaño, con bajo contenido en mioglobina (baja
capacidad
oxidativa). Tienen alta capacidad glucolítica y se reclutan sólo cuando
se requiere un esfuerzo muy rápido y muy intenso, como en halterofilia,
lanzamientos, o saltos máximos.
Características/tipo fibra
|
Tipo I |
Tipo IIa |
Tipo IIb |
Resistencia a la fatiga |
Alta |
Media |
Baja |
Diámetro |
Pequeño |
Medio |
Grande |
Velocidad de contracción |
Lenta |
Rápida |
Rápida |
Metabolismo |
Oxidativo, aeróbico |
Glucolítico, oxidativo, aeróbico |
Glucolítico, anaeróbico |
Cantidad de mitocondrias |
Alta |
Alta |
Alta |
Tipo de contracción |
Lenta |
Rápida |
Rápida |
Fuerza desarrollada |
Baja |
Media |
Alta |
Control neural de las fibras
No podemos olvidar al papel que juega el sistema nervioso en la
activación de las fibras musculares para la obtención de fuerza y
potencia. En Entrenamiento.com hay artículos que hablan exclusivamente
de la importancia de la activación del sistema nervioso. Por un lado
está el
reclutamiento de fibras, vital si queremos incrementar la producción de fuerza de un músculo. Cuantas más
unidades motoras
(consta de un nervio motor y las fibras musculares inervadas por él)
participen en una contracción, mayor será la fuerza producida. También
es importante que se recluten las
unidades motoras más grandes, que son las que producirán un nivel de fuerza mayor. Por otro lado está el ritmo de activación de dichas unidades motoras, o
frecuencia,
que se refiere al ritmo de activación de las unidades motoras. Cuanto
mayor sea éste ritmo, mayor será el nivel de fuerza producido. Por eso
las fibras tipo II también se activan con impulsos nerviosos con alta
frecuencia (cargas pequeñas aceleradas rápidamente). En general, las
motoneuronas que inervan fibras de contracción lenta inervan menos
fibras musculares que las motoneuronas que inervan fibras de contracción
rápida. Por ello, se
reclutarán fibras de tipo II en actividades que requieran
altos niveles de fuerza.
A medida que aumentan los requisitos de fuerza de un ejercicio y se
reclutan más unidades motoras, el sistema nervioso va reclutando
unidades motoras más grandes. Esto está relacionado con el método de
potenciación post activación
donde empleamos cargas máximas para reclutar el máximo número de fibras
musculares. Las fibras de contracción rápida también se reclutan con
contracción isométricas, si la exigencia de fuerza es lo bastante
elevada (en el artículo de
isométricos de su importancia en la mejora de fuerza).
¿Cómo trabajan las diferentes fibras a la hora de levantar una carga?
Supongamos que nuestro 1RM en press banca son 100kg. Si levantamos
20kg, sólo conseguiremos reclutar unas cuantas fibras de tipo I. Si
levantamos 50kg (un 50%) emplearemos todas las fibras de tipo I, y
algunas de tipo IIa. Y si levantamos 100kg, estaremos reclutando todas
las fibras I, IIa y IIb. Como hemos comentado en el párrafo anterior,
podríamos conseguir reclutar las fibras rápidas, levantando menos carga,
pero moviéndola del modo más rápido posible.
¿Todos los individuos presentan la misma composición de fibras musculares?
La distribución de fibras musculares está fuertemente predeterminada por la
genética del individuo y se establece muy pronto tras el nacimiento. En una persona
sedentaria de mediana edad, el porcentaje de fibras
tipo I es de un
45-55% (en mujeres éste porcentaje aumenta ligeramente). Los
velocistas tienden a presentar más fibras de contracción rápida en las piernas, mientas que los
deportistas de fondo
muestran predominancia de fibras de contracción lenta. Biopsias en el
vasto medial revelan que la proporción de fibras rápidas en lanzadores y
saltadores de atletismo, así como en halterófilos, puede ser hasta 3
veces mayor (60% de fibras rápidas) que la de los corredores de fondo
(17% de fibras rápidas), y un 50% mayor que la de los culturistas por
ejemplo (40% de fibras rápidas).
¿Existen diferencias en la distribución de fibras en el cuerpo?
En las extremidades inferiores (por ejemplo en el músculo
sóleo de la pantorrilla, el
tibial, o el
vasto lateral)
la fibra del tipo I es la más abundante, seguidas de la IIa y la IIb
(por ejemplo en el vasto lateral, 46,1% fibras I, 42,8% fibras IIa y
11,1% fibras IIb, con sus correspondientes desviaciones estadísticas).
Lo mismo sucedería en los músculos encargados de mantener la postura
(necesitarán ser poco fatigables obviamente). En las extremidades
superiores (por ejemplo el
triceps), el porcentaje de fibras rápidas, IIa y IIb es mayor.
¿Se pueden entrenar específicamente las fibras musculares para conseguir transferir unos tipos de fibras en otras?
Con el
entrenamiento se pueden conseguir
adaptaciones
y modificar los % de tipos de fibras, ya que las fibras musculares son
muy plásticas, y capaces de cambiar su fenotipo. El entrenamiento
aeróbico “enseñará” a las fibras de contracción rápida a utilizar una
mayor cantidad de oxígeno. Las fibras de contracción rápida se
comportarían como fibras de contracción lenta. Conseguimos un cambio de
fibras tipo II a tipo I. Al fin y al cabo, muy pocas actividades de la
vida diaria requieren fibras tipo II, y si tipo I, por lo que es lógico
pensar que ésta transferencia es más sencilla.
Verkhoshansky aprovecha una cita de Amstrong en su libro
Superentrenamiento, para afirmar que el entrenamiento de la resistencia
reduce la potencia del salto vertical y la velocidad explosiva, y
actividades similares de las fibras rápidas, posiblemente debido a que
el entrenamiento de la resistencia puede degradar las fibras rápidas,
reemplazándolas por fibras lentas o provocar cambios enzimáticos y
neuromusculares más apropiados para actividades de resistencia lentas.
A la inversa (pasar de
tipo I al tipo II) presenta
muchos estudios con conclusiones contradictorias (Jolesz, Sreter, 1981
son contrarios a que se produzca tal transición).
Por otra parte, para algunos entrenadores como
Poliquin conseguir un cambio de
fibras tipo I a tipo II con un
entrenamiento mixto de levantamientos pesados y trabajo dinámico a altas velocidades
es factible (el entrenamiento pesado por sí sólo no lograría
modificaciones). Para ello se basa en un estudio sobre un programa de
entrenamiento de 6 semanas en el cual los participantes los lunes
realizaban 5 series de press banca con 3RM, los miércoles 10 press banca
pliométricos (lanzando la barra), y los viernes 5 series de 10
flexiones pliométricas. Con éste programa se observó un incremento de un
50% en fibras tipo II, y un decremento del 50% en fibras tipo I. La
verdad parecen cifras un poco exageradas.
En cambio si nos basamos en la bibliografía de José López Chicharro,
un experto en fisiología del ejercicio, parece que los porcentajes de
fibras I y II no se alteran sustancialmente con el entrenamiento, pero
sí los de los subtipos de las fibras II, produciéndose disminuciones en
los niveles de fibras IIb en favor de las fibras IIa.
En definitiva, los cambios de fibras de I a II, o de IIa a IIb no
están muy claros, ya que según bibliografías y estudios, se ven
conclusiones contradictorias.
Llegados a éste punto hay que aclarar que el hecho de que el
entrenamiento no induzca cambios en los porcentajes de fibras I y II, no
significa que el músculo no sea capaz de mejorar su resistencia o su
fuerza.
El
envejecimiento también provoca una variación en la distribución del tipo de fibras, debido a la
reducción y el
tamaño
de las fibras. Sobre todo afecta a las fibras de contracción rápida,
algo obvio debido a la mayor inactividad en ésta etapa de la vida.
¿Es determinante la distribución de fibras en el éxito de un atleta?
Está claro que es importante tener una buena distribución de fibras
acorde al deporte que se practica pero no es determinante. Por ejemplo, 2
atletas de fondo con similares marcas en maratón de 42 km, tenían
marcas similares, con distribuciones de fibras muy diferentes (un 50% de
fibras lentas uno, y el otro el 98% de fibras lentas).
Fuentes:
Viene de: http://www.entrenamiento.com/musculacion/fuerza/tipos-de-fibras-musculares-y-su-relacion-con-la-fuerza/